Predica la palabra (2 Timoteo 4)

He combatido el buen combate, he terminado mi carrera…

En ocasión de los 2000 años del nacimiento del apóstol San Pablo, El Papa Benedicto XVI ha decidido dedicarle un especial año jubilar, del 28 de junio de 2008 al 29 de junio del 2009. Estamos ya viviendo este Año Paulino que es una oportunidad maravillosa para nosotros los cristianos de conocer, estudiar, profundizar y asimilar la riqueza del testimonio y las enseñanzas de San Pablo, el Apóstol de las gentes.

Quiero reflexionar con ustedes sobre el llamado que tiene todo cristiano, llevar a Cristo a los demás. Es realmente, en medio del mundo donde debemos anunciar a Cristo, como nuestro Dios, un Dios de amor que ha llenado nuestras vidas de esperanza, perdón, felicidad y consuelo. En una sola palabra, llena de amor la vida del ser humano.

Para llevar a Cristo debemos tener una fe viva, es decir hacer carne lo que se nos enseña. Profundizando en lo que significa una fe viva, pienso en como la Iglesia primitiva se mantuvo viva teniendo en contra a todo un imperio, y en como a pesar de las persecuciones y martirios hubieron muchos que se convertían y aceptaban la fe en el Señor; me pregunto que era lo que les impulsaba a creer en Cristo y la única respuesta que encuentro es que en aquellos primeros cristianos se reflejaba Cristo, en ellos se veía amor. San Pablo como un auténtico cristiano llegó a decir “ya no vivo yo, es cristo que vive en mi” (Gálatas 2, 20).

El anunciar a este Cristo es un reto para nosotros los cristianos y que Cristo nos hace ahora como jóvenes. Tenemos muchos talentos, que son los dones que Él mismo nos ha confiado y que necesita para darse a conocer a los demás. Somos los pies y las manos del Señor, por lo tanto es importante descubrir nuestros dones y ponerlos al servicio de nuestra Iglesia; pero te debes estar preguntando ¿cómo descubrirlos?, primero es necesario cultivar nuestra relación con Dios de manera que seamos amigos, para este fin nuestra Iglesia nos ofrece distintos medios, tales como: la oración, los sacramentos (medios de gracia), de sobremanera encontrarnos con Él en el sacramento del altar (la Eucaristía), también, meditando la Sagradas Escrituras, siendo muy humildes y obedientes a lo que el Espíritu Santo suscite en nuestro corazón.

Predicar es anunciar la buena noticia, esto no sólo con palabras, sino con nuestra vida, que el mundo vea en nosotros lo que anunciamos y que también escuche la buena nueva de la salvación que Cristo nos ha traído. El cristiano debe tener en claro a quién anuncia y por qué lo anuncia. Como dice San Pablo anuncia a Cristo “Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5, 14-15).

Después de cada tarea de evangelización, debemos decir como San Pablo, cuando se acercaba el final de su vida: “He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que me confiaron.” (2 Timoteo 4, 7).

I CONGRESO ARQUIDIOCESANO DE JÓVENES - JÓVENES DISCÍPULOS DE CRISTO REDENTOR

Los días 16 y 17 de Noviembre de 2007, cerca de 230 jóvenes de la Arquidiócesis de Piura y Tumbes fuimos congregados en el I Congreso Arquidiocesano de Jóvenes, en que se reflexiono, y analizo sobre la realidad de la Iglesia en el trabajo con jóvenes, además se nos hizo un llamado: Ser verdaderos discípulos de Cristo.

La primera ponencia a cargo de Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura, sirvió para que los jóvenes allí congregados recibamos un nuevo llamado del Señor, un llamado a no tener miedo y a tener a Cristo como la medida de nuestras vidas.

En la ponencia monseñor cito algunas palabras de S.S. Benedicto XVI en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en que se hace un llamado profundo a los jóvenes a ser la voz de Dios en medio de la sociedad.

En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. Tenemos que recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos. Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, entregados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con toda su vida. Los jóvenes tienen que afrontar la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades en boga, sino procediendo con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el misterio de Dios, Padre creador, y de su Hijo, nuestro redentor, dentro de la familia humana. Tienen que comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz del Evangelio. Es más, tienen que oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y a los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
Palabras textuales de S.S. Benedicto XVI durante el discurso inaugural de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana
Mayo 2007


La Iglesia esta viviendo los tiempos de los mártires, dónde seguir a Cristo significa ir contra corriente, ser signo de contradicción siguiendo las huellas del maestro y apartarse del relativismo que vive la sociedad de estos tiempos. El joven no debe temer a soñar, soñar con una sociedad justa, esos son deseos y sueños santos que Dios pone en nuestros corazones porque Él confía en nosotros y no son cosas imposibles, ¡DIOS NO PIDE IMPOSIBLES! Todas aquellas cosas que los jóvenes soñamos no dejemos que el mundo las apague, debemos confiar siempre en el Señor, pisando tierra, sí pero manteniendo nuestra mirada en el cielo, nuestra fe en Cristo y en su Iglesia.

Para enfrentar los males que experimentamos actualmente debemos buscar en todo momento los caminos alternativos que el amor y la verdad nos ofrecen, caminos que tienen en cuenta la dignidad de la persona humana, sin reducirla a una entidad únicamente biológica, que se le mide por su utilidad.

La delegación de la Comunidad de Jóvenes Bodas de Cana de Piura:
Eveling Mogollón, William Siancas, Nelson y Carlos Pingo,
acompañados de otras delegaciones de la Arquidiócesis
de Piura y Tumbes al final del Encuentro.