La fidelidad del discípulo de Cristo (Galatas 2, 19)

Yo Pablo, estoy crucificado con Cristo...

Sígueme, es una palabra que el Señor Jesús utilizo muchas veces, y que continúa utilizando para llamarnos a su reino. Nos pide que seamos su instrumento de reconciliación, que anunciemos al mundo entero la Salvación que Él entrega a quienes creen y confían en su Poder.

San Pablo gráfica la vida cristiana como una larga carrera que debemos correr y correr hasta llegar a la meta, sin abandonarla nunca, podemos detenernos a tomar aliento pero nunca decir no avanzaré mas. Cual atleta que se prepara toda la vida para competir en la olimpiadas y llegar a la meta, sin desfallecer, sin poner peros, sin importar lo dificultoso del camino, así es como debemos vivir nuestra respuesta a Jesús.

"Innumerables son estos testigos, y nos envuelven como una nube. Depongamos, pues, toda carga inútil, y en especial las amarras del pecado, para correr hasta el final la prueba que nos espera. Levantemos la mirada hacia Jesús, que dirige esta competición de la fe y la lleva a su término. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Piensen en Jesús, que sufrió tantas contradicciones de parte de gente mala, y no les faltarán las fuerzas ni el ánimo. Ustedes se enfrentan con el mal, pero todavía no han tenido que resistir hasta la sangre.” (Hbr 12, 1-4).

La vida cristiana es para el ser humano un camino de plenitud, porque Jesucristo; nos da la gracia necesaria para vivir en el Amor, en armonía con Dios, con nosotros mismos, con nuestros semejante y con la naturaleza; nos ha rescatada del pecado; y, nos ha reconciliado con Dios.

Seguir a Cristo implica superar nuestras debilidades personales, y enfrentar los problemas de la vida cotidiana, todo ésto constituye el primer obstáculo que encontraremos. El segundo obstáculo es a nivel social, burlas, desprecios, persecuciones ideológicas, etc. El Señor Jesús bien claro dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga.” (Mt 16, 24). Seguir firme a pesar de toda dificultad es parecernos cada vez más a Cristo quién al abrazar su cruz, nos anima a que no tengamos miedo a la nuestra, a ser un luchador y a confiar nuestra al Él.

San Pablo, nos recuerda lo siguiente: “Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz.” (Flp 2, 5-8).

Cada circunstancia de nuestra vida, es un tramo de la carrera, cuya meta es llegar a contemplar el rostro de Cristo. La carrera aún no termina, proclamemos a Jesucristo como el Señor de nuestra vida diciendo con hechos: “He sido crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.” (Gal 2, 19b-20a).

2 comentarios:

  1. CUANDO LEI TU PUBLICACION PENSE QUE LA HABIA ESCRITO UN SEMINARISTA, PERO... GRANDE FUE MI SORPRESA CUANDO SUPE QUE ERAS TU HERMANO CARLOS. ME QUE DE CON LAS PALABRAS DE PABLO "HE COMBATIDO EL BUEN COMBATE, HE LLEGADO A LA META" ASI ES COMO ME LAS REPITO DIA CON DIA. GRACIAS POR TU EMPEÑO EN SACAR ADELANTE ESTE BLOG

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  2. Así es hermana, sigamos avanzando siguiendo el ejemplo de nuestro hermano Pablo, quién ya ha alcanzado la meta.

    Debemos confiar en nuestro Señor Jesucristo siempre, a pesar de las pruebas, porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.

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