Juventud: fuerza renovadora de la Iglesia y esperanza del mundo

Jóvenes, la Iglesia confía en ustedes, la Iglesia quiere acompañarlos y quiere estimular su participación

Juventud: fuerza renovadora de la Iglesia y esperanza del mundo. En mi experiencia acompañando el caminar de los jóvenes descubro lo siguiente: veo que éstos responden con calor y entusiasmo a las causas nobles que claman su presencia.

Aunque para muchos adultos no siempre los jóvenes son la esperanza del mundo. La juventud de hoy no sirve, no es como la de antes. Ojo, cuando usted empiece a usar frases como estas es porque se está convirtiendo en un ex-joven.

Mis años de trabajo con, por y para los jóvenes me indican que no todo está perdido, pero más que eso, veo signos muy esperanzadores, creo que está naciendo una nueva conciencia del papel protagónico e insustituible de la juventud en la construcción de la Civilización del Amor y hacia nuevas metas que conduzcan a la humanidad a una verdadera cultura de paz, donde sea posible un mundo más justo, humano y cristiano.

Un ejemplo visible de lo afirmado es el ministerio "Vivencias Juveniles", un grupo de jóvenes que está difundiendo la evangelización a través de la Radio y la Televisión en San Juan de la Maguana, Las Matas y Hondo Valle en la República Dominicana.

Otro ejemplo lo constituye el ministerio juvenil "No hay otro Nombre" (No Other Name), son jóvenes que se están dedicando a evangelizar a través de la musica en las calles y en los trenes en el Alto Manhattan, en la ciudad de New York. Me llama mucho la atención estas experiencias porque estos jóvenes están evangelizando a otros jóvenes. Ahora bien, no dejemos solos a estos muchachos, ellos necesitan el acompañamiento de los laicos, y sobre todo de los pastores. Los jóvenes necesitan de nosotros, los pastores, apoyo, habilidades y conocimiento para el futuro.

Así como estos jóvenes están asumiendo con madurez y responsabilidad, su tarea podríamos enumerar otros muchos ejemplos, pasan por mi memoria otros grupos que he conocido: Sabor a Cielo, entre otros.

Jóvenes, la Iglesia confía en ustedes, la Iglesia quiere acompañarlos y quiere estimular su participación en la construcción de un mundo mejor. Hoy más que nunca, ustedes son la esperanza de la Iglesia. Hoy quiero compartir con ustedes esta frase, espero que no se les olvide nunca: "el futuro tiene nombre: JUVENTUD".

Es con esa consigna que a lo largo de estos 25 años, el Papa Juan Pablo II, le ha dado a los jóvenes un lugar preponderante. Constantemente nos llegan los ecos de sus mensajes, cargados de ilusiones y esperanza.

Jóvenes, manos a la obra, a crear las consignas, que como cristianos y como ciudadanos debemos poner en práctica, abriendo paso, para que su fuerza renovadora se deje sentir en la construcción de una sociedad más humana. Para que los jóvenes sigan siendo la fuerza renovadora de la Iglesia y la esperanza del mundo.

Y esto que decimos vale para cualquier latitud y para cualquier cultura, pero parece más urgente para nuestra América Latina, el llamado "continente joven". Observen estos datos, para que sepan por qué es el continente joven. En 1995 los jóvenes (de 15 a 24 años) en América Latina eran: 93,372 105, representando el 19.7% de la población total y en el año 2000, la población joven era de 99,372 716 (18.9%). En la actualidad más de la mitad de la población tiene menos de 25 años ¿Qué les parece?

Frente a estos datos vale la alegría releer, para que no se nos olvide, lo que se refiere al tema de la juventud de la Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrado en Santo Domingo (Capital de la República Dominicana) en el año 1993. Nuestros obispos latinoamericanos hablaron muy claro cuando afirmaron: "La misión de los adolescentes y jóvenes de América Latina es prepararse para ser los hombres y mujeres del futuro, responsables y activos en las estructuras sociales, culturales y eclesiales para, que incorporados por el Espíritu de Cristo y por su ingenio en conseguir soluciones originales, contribuyan a lograr un desarrollo cada vez mas humano y más cristiano" (SD # 111) y yo añado más justo y más fraterno.

Una cosa importante que quedó explícitamente establecida en el Documento de Santo Domingo fue el llamado a un "especial protagonismo de los laicos y entre ellos los jóvenes", a quienes se convoca “una vez más, para que sean fuerza renovadora de la Iglesia y esperanza del mundo (SD # 293).

Para lograr esto los jóvenes nos piden a los pastores acompañamiento espiritual, apoyo real en sus actividades y líneas pastorales claras para una pastoral juvenil orgánica. Para que ésta sea constructora de la Civilización del Amor y que sea Casa y Escuela de comunión.

Ahora bien, los jóvenes nos piden que este apoyo “no sólo sea de modo afectivo, sino efectivamente, con diálogo mutuo entre jóvenes, pastores y comunidades”. Lo que exige dedicar mayores recursos personales y materiales por parte de las parroquias y las diócesis.

Creo que he hablado mucho de este tema y no quiero aburrirlos, ya para terminar, quiero que anoten esta frase, la aprendí de Mons. Juan Félix Pepén, hace más de 10 años: “La rica experiencia de los mayores, convertida en nuevos proyectos en manos de los jóvenes dará la respuesta a muchas aspiraciones no alcanzadas por nuestro pueblo, que a decir verdad, es digno de mejor vida”. Punto y se acabó. Muchas gracias.

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: Catholic.net

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